El mercado místico y la era de la incertidumbre

“Siempre digo que fue de curiosa, pero no es cierto. Estaba disconforme con mi vida, me sentía vacía. Fue así que llegué a un lugar para que me leyeran el aura… Cualquiera pensaría ¿Tan mal estaba?” (Javiera).

Asistimos hoy a la moda de lo místico. Tarotistas, psíquicos, lectores de aura, horóscopos, carta astral. Sanadores, terapeutas con esencias florales, cristales, cuencos. Chamanes, alineadores de chakras, especialistas en reencarnaciones. La lista es larga y variopinta, y sus protagonistas, emergentes estrellas mediáticas que cautivan a una audiencia sedienta de respuestas sobre su destino y los misterios de la vida, todos sujetos que padecen la “insoportable levedad del ser”.

Pero esta moda tiene raíces profundas. Es síntoma de un momento histórico de tensión entre las certezas que ofrecía la modernidad y la vacuidad de la posmodernidad.

El punto de quiebre ocurrió después de los años sesenta en manos del fortalecimiento del capitalismo, en donde la preocupación por los asuntos públicos se vio eclipsada por los intereses personales, iniciándose una época de banalización social, apatía y narcisismo.

La sensibilidad política de esos años dio paso a una nueva “sensibilidad terapéutica” como señala Gilles Lipovetsky: “En el momento en que el crecimiento económico se ahoga, el desarrollo psíquico toma el relevo; en el momento en que la información substituye la producción, el consumo de conciencia se convierte en la nueva bulimia”. Budismo, meditación, yoga; constructos de la filosofía oriental de los que se han apropiado los occidentales creando un nuevo narciso, un Yo que trabaja por la liberación de sí mismo, preso del culto al deseo y de la realización inmediata.

Pero hay un actor más antiguo, responsable por siglos de dar certezas a nuestras vidas y que está en aparente declive: la Religión. ¿Acaso está siendo reemplazada por cuarzos e inciensos?

La función de la Religión, cualquiera que ésta sea, es la de re-ligar, de unir nuevamente al ser humano con la divinidad, asumiendo que éste vive separado de Dios, justificando así su existencia. Bajo esta premisa, las religiones se han transformado en sistemas políticos cuyas lógicas de poder se basan en dogmas, sistemas de pensamiento que no permiten cuestionamiento. Hoy esta visión está en franca retirada, ya que nos enfrentamos a un mundo de libertades sociales, económicas y personales.

Como nunca antes en la historia de la humanidad, mujeres y hombres podemos decidir qué hacer con nuestras vidas; si bien persisten en el mundo expresiones culturales de dominación de géneros o clases por sobre otras y aún estamos fuertemente marcados por nuestro contexto socioeconómico, esta es la primera vez en la historia en que podemos prescindir de los roles establecidos por siglos y de las explicaciones y coerciones de las religiones.

Sin embargo, el resultado de esto no ha sido vivir tan libremente. Hemos recurrido a la señora que lee las cartas en vez de confiar en esta nueva libertad…

¿Por qué en esta época de libertades seguimos presos, ya no de culpas escritas en testamentos de la antigüedad, si no de oráculos a los que acudimos esperando el augurio de un futuro mejor?

Posiblemente la causa más profunda de esta moda mística sea que la libertad de esta época, en realidad no es tal. Y no es tal no porque no exista, sino porque no hemos sido capaces de aceptarla principalmente por dos razones: porque no soportamos la incertidumbre y porque nos da miedo tomar decisiones.

Antes, la Religión nos daba certezas y la sociedad decidía por nosotros. Hoy, tenemos en nuestras manos ese poder y sin embargo, nos abruma saber que el futuro es resultado de nuestras decisiones –en buena parte– y eso nos provoca angustia, miedo, ansiedad. Surge la necesidad de controlar el futuro y poco a poco, nos desorientamos y emprendemos la búsqueda de un camino que tal vez, en la consulta de un psíquico, de una tarotista o de un guía espiritual, podamos trazar, recorrer, completar. Y quién sabe, con algún evento maravilloso escrito en nuestro destino; un amor de la vida, un viaje soñado, un trabajo ideal.

Finalmente, el mercado místico es producto de nuestras insatisfacciones y de nuestra espera de un “algo”, ese algo que ni siquiera hemos determinado, pero que sabemos, nos hará felices.

“Racionalmente hablando, ha sido bien loco todo este mundo místico al que entré. Pero a veces creo que ese era el problema, lo racional, me perdí en cuestionamientos, juicios, crítica, y por eso me sentía vacía, no estaba motivada. Busqué respuestas en muchos lugares, conocí a tipos charlatanes y también a personas que llevo en mi corazón, pero a pesar de lo irracional que parece, debo confesar que me siento mejor. No soy quién para decir cuál es el camino –si es que hay uno– pero sí sé que antes no sabía qué me pasaba, y ahora, después de indagar, probar, conocer otras miradas de la vida finalmente, me siento tranquila, es algo bien simple en realidad, tomé conciencia de mí. Para algunos es tonto tener esta mirada como mágica, pero esta ‘conexión’ de la que algunos se burlan, para mí ha sido real y la agradezco” (Javiera).

Al parecer en este mercado hay destellos de genuina espiritualidad y desarrollo de nuestro potencial humano. Tal vez no se trate únicamente de la mercantilización de libros de autoayuda, talleres con gurúes mediáticos o clases de yoga. Tal vez la moda del misticismo sea un reencuentro con viejas sabidurías silenciadas por las religiones, el iluminismo y la opresión de los conquistadores.

¿Acaso no es poética la cosmovisión de los pueblos originarios? ¿Las enseñanzas de maestros orientales son menos reveladoras porque están posteadas en Facebook? ¿Alguien puede negar la increíble, poderosa y misteriosa fuerza de la Madre Tierra como fuente de sanación e inspiración? ¿Qué tal si vemos a esta moda no como un subproducto de la industria cultural, juzgándola y burlándonos de ella, sino como una expresión del ser humano en busca de su propia paz?

Ya lo decía el Templo de Apolo en el oráculo de Delfos: “Conócete a ti mismo”. He ahí la clave para trascender muchos de nuestros dolores. Y si en ese proceso de conocernos, acudimos al tarot, a un libro, a una caminata por la playa, a un viaje por el mundo o a la misma ciencia, da igual. Aprenderemos que no hay certezas y que el sentido de la vida, como dice Humberto Maturana, es simplemente vivirla. Y con suerte, lo aceptaremos y permitiremos que las cosas, simplemente, sucedan.

Ximena Burgos Sánchez.-

Buddhist monks release paper lanterns into the sky in Suphan Buri province

9 comentarios sobre “El mercado místico y la era de la incertidumbre

  1. Amiga, me hace mucho sentido lo que dices, a medida que me hago más vieja me doy cuenta que la soledad es una riqueza que hay que aprender a explorar, las pláticas superficiales y sin sentido ya comienzan a aburrirme, me llena el alma inspirar profundo y dejar volar mi mente lejos, sin rumbo, sin limites, en una especie de trance hacia lo desconocido buscando un punto que me haga flotar. NO soy tan creyente, ni de lo uno ni de lo otro, pero algo se produce cuando estamos juntas que cautiva mi espíritu, será un tema de energía común, no lo se, pero su cariño me llena.
    Te felicito Xime, te das el tiempo de reflexionar por los demás y a abrir un portal de conexión para que esta humanidad sea más humana y menos vacía. Viviremos la vida lo mejor que podamos, para pasar al otro nivel…un beso. (y quiero mi pai).

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    1. Ale, me emocionan tus palabras, las agradezco infinitamente, como también tu capacidad de entrega y recepción. También, el crecimiento que hemos vivido juntas, despojándonos de a poco de prejuicios y cuestionamientos, sobretodo, hacia nosotras mismas. Un abrazo, y sí, se viene el pai!!! jaja.-

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  2. La vision profunda y findamentada , arranca en mi una reflexion tremenda, el pensamiento que es accion, nos deja pasmado ante un conociento
    Que nos deja pasmados,vivimos en una epoca preciosa,en que el cocimiento, la ciencia,la espiritualidad,apuntan en diversas direcciones.tiempos de caos para algunos, revolucion, para otros, juicios ,acabo de mundo,etc. Vivimos en una epoca dorada, unica sin precedentes, de liberalidad,un sin fin de conclusiones, pero sabes lo que mas me motiva,es que de nosotros depende como el diversificar lo nuevo, lo que sera verdad para las futuras generaciones,sintamonos pioneros y ala vez arquitectos de este nuevo horizonte que dejaremos, y asi sera hasta que añgun dia se agote y vengan otros
    Despues de revolucionar y cambien los pradigmas,creo que no hay que temer,si no crear un nuevo orden,el que era se acabo, con cariño. Oscangaseiro

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  3. no sé. yo me respondo «el vacío» que muchas veces siento, y que todos percibimos con más o menos frecuencia, no está mal. Tenemos mucha imaginación y el mundo real es tan atractivo que la realidad abruma, por todos lados desborda locamente y así viene siendo desde hace millones de años. No hay destino, la Naturaleza viva quiere expandirse y desaparecer ese es el juego. Hoy la sociedad está más compleja. Hay más redes. Nunca la humanidad ha conocido tantas cosas de golpe, puros cambios y a cada rato, no llegamos ha acomodarnos del todo cuando nos vemos sobre pasado por los acontecimientos y fenómenos sociales. Todo es relativo, nada dura tanto y al parecer es necesario que así ocurra. Todo se cuestiona se cayeron muchas paredes y la privacidad está rota por todos lados.Nos llenamos de exigencias sociales.
    Entonces yo lo veo así, aunque no del todo claro; ante el gran desarrollo económico y tecno. estamos desconcertados porque quizá intuimos que no somos para nada eso, no hay una concordancia interna entre el mundo de afuera y el interno, Por tanto queremos volver a la intimidad, un retorno a la propio, a lo que somos, naturaleza. queremos detenernos un rato. Y de esto se aprovecha el mercado, conoce nuestra necesidad.

    por cierto, creo que las nuevas generaciones ,creo, no tienen tantos rollos espirituales, por su juventud, porque las hormonas están más activas y porque están en la actitud posmo de cada importa mucho

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    1. Así es, la vorágine del mundo actual impulsa a las personas a buscar una brújula y como bien dices, el mercado es oportunista. Tu último punto es interesante ¿Será la edad o el estilo de personalidad los que nos predisponen a indagar en este tipo de consumo?… Muchas gracias por tu comentario Esteban!

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