La mercantilización del yo es un fenómeno que surge de la fuerte influencia de las lógicas del capitalismo en el modo en que nos relacionamos. Fundamentalmente basadas en la competencia y en la acumulación, éstas lógicas se han apropiado de la forma en que las personas se autorepresentan en el medio digital y los “me gusta”, se han convertido en la moneda de cambio por excelencia de este nuevo sistema.
“Los likes ya son una institución” me comentaba Camila. Tiene sentido si al parecer se libera dopamina con la recepción de cada “dedo hacia arriba”…
La práctica de emperadores en manos de simples mortales en el siglo XXI nos da a todos un poder, y a la vez, una aflicción.
Juan Pablo me lo explica “Cuando inventaron los likes se dio un sistema de alimentación al ego. Si había un debate de contingencia nacional importante y uno escribía su opinión en Facebook y tenía varios likes, era porque tu opinión era compartida por más gente, eras un pilar sólido para los demás. Pero, si no tenías ningún like, te daba vergüenza, poco menos tenías que borrarlo”.
Así, en los años que lleva Facebook y ya también las otras redes, hoy existen sujetos de rebosante salud o insaciables caníbales de likes por todo el orbe.
Talcott Parsons estableció al dinero como un “medio de intercambio simbólicamente generalizado”, algo sin valor en sí mismo pero que en su naturaleza representa de modo funcional el significado que las personas otorgan a los objetos y así intercambiarlos.
Mi planteo es evidente, los likes son los nuevos medios de intercambio simbólicamente generalizados y los objetos transados, nosotros.
El yo como objeto mercantil no es novedad, ya hemos sido esclavizados, vendidos, exhibidos en zoológicos humanos y representados de las maneras más burdas por la industria cultural desde el siglo pasado.
“La Historia se repite” es un dicho conocido, sin embargo, lo que caracteriza a esta nueva época de transacciones de egos abre interesantes preguntas que esta Galería pretende responder.
Y de modo permanente, porque como indica la descripción de esta página, las buenas preguntas, nunca terminan de contestarse.
Ximena Burgos Sánchez.-